domingo, 13 de julio de 2008

LA PLAYA

*

Juntando los pies en la tierra mira el horizonte que le regresa la mirada. Goza la brisa tierna en su cara, las manos ocupadas se deslizan en movimientos rutinarios: prende un cigarro. El aire tan puro, tan deliciosamente sano lo vicia, lo mata. Disfruta muriendo en una escena despejada, apacible y serena. Desencaja, se entretiene con pensamientos de una ciudad que ha dejado atrás, el stress de vivir apresurado, de un ir y venir sin objetivo, no importa. Está muriendo en un bello paisaje, con los pies desnudos en esta tierra de lava, el sol le guiña y se esconde corriendo de su amante nocturna, una matrimonio como tantos otros.

Cierra los ojos por una eternidad, regresan con estrellas los recuerdos innesarios, tristes, locos…otro cigarro, a ver si esta vez tiene la cortesía graciosa de la muerte con el último aliento. Inhala, siente y escucha el coraje de este mar que quiere recobrar sus dominios, escucha cómo esta tierra lo rechaza, estas piedras afiladas no son armas ante el odio eterno del agua. No hay ruido de carros, no hay luces, ni gritos.

Mira a su alrededor, está solo, prende otro cigarro, le encanta estar solo, puede estar solo, siente el cosquilleo, las piernas no le levantan, siente el peso de sus manos que luchan llevando la muerte a los labios, fuma, descansan, duerme, esta vez no despierta.

Muerto se levanta, se viste, va a trabajar.


***

Sentado detrás del escritorio veo el rostro iracundo del jefe, en realidad no estoy escuchando, lo veo, veo el parecido de esa persona con los monos que vi en el programa de televisión la semana pasada, colorado, moviendo apresuradamente sus manos, amenazante – macho alfa de sociedad perturbada-. Como con el programa, la risa interna dominó mi cuerpo. No lo escucho, lo veo. Me he fijado durante algunas semanas en el comportamiento, el comportamiento de la gente.

*******

La señora de la esquina todos los días le dice: Buen día joven. Ella tiene como sesenta y tantos, la edad no es caritativa con ella, es más vieja que los años. Él no cuenta sus años, sólo sabe que de joven no tiene ni un solo cabello, cree que la juventud le había abandonado aquel día que murió y siguió caminando.

Observa a la señora durante unos días, pero ella nunca, nunca le mira a la cara, la frase siempre la decía mirando la pared con graffitis interminables de jóvenes enojados. Después de la duda y la intriga de unos días se dio cuenta que no miraba la pared, sólo lo ignoraba, una ceguera fingida, un desprecio silencioso.
Se detuvo y la contemplo de espalda. Se detuvo dos minutos esperando que la señora volteara para cuestionar tan singular comportamiento, siete minutos pasaron, la ceguera pretendida era un disfraz cada vez más inocente e irreal, sin embargo constante. Quería seguir su camino, entender que no era bienvenido, la duda sin embargo se volvía insoportable, así que caminó y tocó el hombro de la mujer:
- Buen día joven.- Renuente a voltear. Una mujer sin rostro, intrigante mujer con secreto agresivo. No hablaba, no veía, odiaba y saludaba cordialmente con la cabeza gacha.
Es por eso que no ve, es por eso que lo saluda, es por eso que lo respeta: por la muerte que corre por sus venas, sus huesos, su todo. Sigue, por fin su camino, pasa el tiempo flotando en este tumulto de gente que respira, camina y no vive sin su permiso.

*****

Lo veo ahí gritando como loco, moviendo las manos desesperadamente, lo estoy observando, lo ve a los ojos, mira a la persona que esta sentada en silla detrás del escritorio, lo observo gente sin rostro. Lo veo agarrarse el pecho, lo veo caer y dejar, poco a poco, de respirar. La persona detrás del escritorio no se mueve, ríe desde dentro, ríe por el poder que tiene sobre las personas que le miran a sus ojos, siente que sienten su respeto. Las nauseas se apoderan de mi cuerpo, un respiro, un cigarro.

***

Despierto, la arena en mis pies desnudos, el sol en lo alto de la bóveda, diamantes incrustados en el agua en calma, el aire discreto que pasa, mis manos en su movimiento rutinario: prendo un cigarro, quiero morir soñando.

3 comentarios:

ésa que no soy yo dijo...

Yo también quiero morir soñando...

ésa que no soy yo dijo...

Ojalá lograra dormir.

TOMADOR ASIDUO dijo...

Y pa cuando la lectura de blogs? el insomnio es una de mis tantas justicaciones...