domingo, 27 de julio de 2008

POSMODERNIDAD

El frío era cada vez más intenso conforme avanzaba la negra noche. Llevaban lo que parecía días de viaje, sentimiento que se acrecentaba por la incomodidad de los viejos asientos en los que sus posaderas habían hecho molde. Sin embargo, José llevaba ya un buen rato dedicado a una jeta digna del más grande y cabrón huevón. El Danny, por otro lado, estaba sufriendo una de esas noches de insomnio, consecuencia de tres jarras de café que habían comprado en la frontera y el stress de no llegar a su destino.

Al Danny se le venían constantes las imágenes de su casa, allá cerca del río donde dio su primer cogida. Imágenes y música eran su pensamiento, necesarias ambas para distraer al hambre que lo acosaba ya desde la mañana. Se trató de distraer con las estrellas del horizonte y vio allá a lo lejos algo, una llamarada que consumía el desierto. Una llamarada de luces, muchas e interminables luces. Fogatas, que se seguían una tras otra en millares, contendían una recia lucha contra las estrellas. Pensó en que debería de ser un ejército de personas, después de un día de marcha, esperando el alba tranquilamente alrededor de una fogata principal, o la fiesta de un pueblo en calma esperando ser ciudad. El Danny estaba cansado para seguir pensando y prefirió aclarar su duda con José:

- EEE GUEY, DESPIERTA!

El Danny pensó que la baba que mojaba la playera de José demostraba que se encontraba entre el cuarto y quinto sueño, pensó en su abuela, ella le decía que era peligroso despertar a alguien que estaba en el quinto sueño de una manera abrupta, podían quedar locos decía.

- eee guey, despierta por favor.

Y el bostezo e estirón se hicieron presentes, entre lagañas y baba José despertaba del cuarto sueño, tenía media erección que corroboraba que había sido despertado en un buen momento, pero pareció no importarle, la modorra le ganaba al enojo.

- ¿Qué pasó? ¿Ya llegamos? ¿Dónde estamos?
- Acabamos de pasar el rancho de los tíos de mi apa

La duda lo acosaba, el cansancio y el insomnio lo hacían ver cosas en la distancia, no lo creía, tenía que confirmarlo.

- Guey, ¿tú sabes que es aquello de allá, las fogatas esas?
- No seas mamón, ¿cuáles fogatas?, eso es GM.

Entonces la triste hada de la iluminación lo visitó. Pensó, reflexionó, digirió la cruel verdad que ella le reveló. Un escalofrío recorrió su cuerpo al tiempo en que pensaba en su casa y el río transformados, rotos. Era verdad, la posmodernidad había llegado primero que él. Una fuerza lo llamaba a dar la vuelva sobre sus pasos. Se sentía derrotado. Cerró sus ojos suavemente buscando, ciego, el quinto sueño.

miércoles, 23 de julio de 2008

EL PRINCIPIO DE LA PROBLEMÁTICA DE UN PESO

No hay muchas cosas estos días que puedas ajustar con un peso. En realidad el valor de un peso ha sido, desconsideradamente, devaluado. Hay que considerar que con un peso puedes comprar el chicle que garantiza no saber -o por lo menos no tanto- a tabaco cuando besas a la chica desconocida del bar que frecuentas. Un peso, en realidad no tiene mucha utilidad, pero te puede dejar en ridículo no tenerlo, incluso te puede salvar de ser asaltado (esto depende de la calidad moral del asaltante). No ajustar pagar la comida o la renta no se presenta como problema serio, pero sino ajustas una cerveza por la falta de un peso sientes que te traga la tierra, pues el peso, después de todo, contiene en sí una fuerza infrenable: la de la posibilidad. Un peso puede ser la diferencia entre el pasaje en camión o caminar hasta la punta del cerro, es decir, entre quince minutos y la decencia o una hora veinte y un olor tan penetrante que es imposible describirlo con letras. En fin, el pensamiento de que un peso es poca cosa es simplemente erróneo. Se admite haber existido bajo el pensamiento de que un peso no vale nada y que fue, en realidad, el no muy derecho camino de la historia que relató, entre emputado y consternado, un buen borracho de fin de semana la que comenzó esta avalancha de reflexión entre los presentes. Se transcribe a continuación lo que el susodicho dijo:

Ahí iba yo en mi camioneta, bueno la camioneta de mi jefe… está perrona un día nos vamos de rol… Te decía…bueno ahí iba yo a inflar un balón de fut que mi morra me había encargado…. Sí, juega fut… no no he ido a verla nunca… no pues porque no me gusta… te decía, iba bien bien tendidisimo por Carranza, o sea tendido, cuando vi una refa de bicis… dije ¡A huevo! de aquí soy… Ni creas, no me quiso regalar el aire, el cabrón me cobro un peso… pues le di una de a dos y después de que me dio el balón me fui. Neta mijo, me sentí bien raro… sentía que el cabrón pensaba que era un pinche hijo de papi… Sí, bien raro neta, me sentía pinche juzgado por el cabrón de las bicis, hijo de puta… a ver, ¿cómo no me regresó el peso que me sobraba el cabrón?

Por las limitaciones del medio se ha sustituido por … los tragos de caguama.

viernes, 18 de julio de 2008

CONFUSIÓN

- Dime, ¿Qué quiso decir?
- A ver, pues primero respira y dime, despacito, qué fue exactamente lo que te dijo.
- Pues me agarro media peda, ya sabes el jueves después de la casa del Mau le seguimos en la Dama y de ahí como que le saque y me regresé a la casa, ¡quién pensaría, dime tú, que me estaba esperando! ¡eran las 4 de la mañana chingao! Me sacó un pedo! ni te imaginas! y ya sentía el chingadazo! y la regañiza...
- A ver reina, ¿Te doy la impresión de que tengo tiempo? Vamos vamos, al grano.
- Bueno pues, me dijo, muy solemne: incluso cuando los ángeles vuelan tan cerca del sol se queman las pestañas, y se fue ¡así nada más! ¡¿qué voy a hacer?! ¡qué quiso decir?!

- ¡Jajaja como eres pendeja neta jajaja!, esa es sólo la manera de tu Pa de decirte que por más bonita que estés, si andas de culo flojo te va a cargar la chingada.

PROBLEMAS DE HOMBRES

Trago. Porque los hombres rara vez hablan de algo importante sin una botella de por medio.

- Bueno, y ¿Cuál es tu pedo?
- No mames wey, pues lo mismo de siempre.
- Pinches viejas.
- No es eso, es que ahora es diferente.
- ¡No mames que estás enculado!
- Pues no, así así no.

Trago. Porque confesar es una acción que rara vez no va a acompañada de un trago.

- ¿Tons que chingados es?
- Pues sí, es una vieja.
- Te dije jajaja pinches viejas perras.
- ¡Pero ésta es diferente!

Trago. Porque para pendejiar a alguien cercano a ti siempre es necesario un trago.

- Siempre dices lo pinchemismo, ves un rabo y te enculas, neta pasa más pincheseguido que lo que el Miguel se hace una puñeta.
- Jajaja ese cabrón puñetero… pero neta mijo ahora si valió madre, estoy más que enculado.
- Puta madre y ¿quien putas es? ¿de que toloache te dio?

Trago. Porque todo es más fácil así.

- Pues con decirte…
- ¿Con decirme k cabrón? Saca el pedo, no hay fuga.
- Pues con decirte que la sé de memoria, toda ella.
- ¿Coge chido o k?
- ¡Puta madre guey te estoy tratando de decir algo!
- Ya hombre bueno sácalo.
- Puta madre yo aquí tratando de platicar y sacar mis pedos y tu con tus pinches mamadas. Pero bueno ya qué putas le voy a hacer.

Trago. Para el coraje.

- Ya guey perdona y dime qué pedo con la morra.
- Bueno pues…

Trago. Porque no se necesita justificación para un trago.

- Me la sé de memoria…
- Ya me habias dicho.
- ¡Puta madre! ¡¿me vas a dejar contarte o no?!
- Ya hombre dale.

Trago. Para agarrar el hilo de las cosas.

- Bueno pues, me te digo que me la sé de memoria, toda, cada recoveco de su cuerpo, el sabor de su piel en mis labios, el olor de su axila, de su cuello... tan mamón está el pedo que sé como se sienten sus ojos cuando no la veo. Me sé todo carnal.
- Achis! ¿Así de melodramático está el pedo?
- !Puta madre!... No es melodrama mijo… es amor.
- Puta madre y dale con lo mismo, de seguro la cabrona ya te mandó a la chingada por otro culero, y andas aquí nomás pendejiando en vez de que te vayas a buscar un culito fresco.

Trago. Porque la realidad pesa.

- No pues, eso ni cómo evitarlo mijo, pero te diré… neta extraño las platicas, los besos, los agasajos… la morra neta me ponía bien cachondo...
- Oh pues! Qué era tons? Calentón o enamoramiento, dejate de pendejadas neta para qué nos hacemos pendejos... siempre es lo primero, ya hombre mejor toma y hablemos de otra cosa, por ejemplo me dijieron que el Berna anda de calentón con una morrita de prepa, pa que veas ese guey anda por buen camino ¡y no mamadas!
- ¡Y eso a mi que putas me importa!

Trago. Porque la envidia siempre sabe amarga.

- Bueno pues, sigue platicando.
- No guey, ya no.
- ¿Por qué no?
- No guey nomás, mejor hay que olvidarlo, ¿ya qué le hago? No me quiere, no me quiso, jamás me perdonará lo que pasó con la morrita de Monterrey.

Trago. Porque el orgullo casi siempre gana.

- No pues eso que ni que… las morras no perdonan nunca.
- Pues sí, toma, pon unas rolas paro.
- Va que va ¿Cuál quieres?
- La que sea que sea pa bailar.
- Oh pues! ¿No que muy pinche aguitado?

Trago. Porque da empuje.

- Pues sí, pero se me antojo sacar a las morritas de allá al fondo, ¿vamos o qué?
- Cabrón cómo rebotas, a huevo que vamos, déjame pongo las rolas, nomás ya sabes… no le vayas a decir a la Ely, si se entera que ando de cabrón me manda a la verga.
- Nee carnal yo ni madres que digo, ya sabes.
- Conste. Aguanta.
- Va.

Trago. Porque permite continuar…

jueves, 17 de julio de 2008

INTERTEXTUALIDAD DEL GATO

Iba divertido escuchando sus pasos que producían un gracioso sonido al subir las escaleras del condominio. Vio de reojo todas las bolsas y botes de basura. Pensó, los humanos, más que nada, somos creadores de basura. Pensamiento que se esfumó cuando se dio cuenta del dia, miércoles, el camión pasa a las 11 por ella. Siguió, indiferente, escalando al último piso.

Afuera de su casa lo vio, una mirada fija y amenazadora, sin embargo: rendida. Nunca le había agradado del todo, lo consideraba un capricho, también lo consideraba promiscuo y desagredecido, pero lo lastimó seriamente el ver su majestuosidad atravesada y humillada. Trató de acercarse y algo lo impidió: el goteo de su cuerpo, su no parpadeo, su no movilidad. Eso explicaba la pequeña cascada en las escaleras. Una suerte de miedo y asco hicieron que entrara rápidamente en el departamento. La miro a los ojos, grandes ojos sin fondo. Le entregó los pepinos que había encargado y fue a refugiarse en su cuarto. Esta vez, sin pensarlo, le hecho cerrojo.

SACRIFICIO

Ahí estaba, tendida a un lado de una pila de huesos. Veintiséis años de diferencia entre ellos, casi como su matrimonio. La algarabía de los penosos no impedía la aflicción verdadera y sin lágrimas de los lastimados. ¿Cómo ofrecer los respetos? Un sacrificio como a los dioses de antaño, vírgenes que desfilan en nombre de cada uno de los presentes, en la primavera de sus vidas, sacrificadas como pago a la entrada de un dudoso cielo, sin embargo puestas ahí, con devoción y esperanza de los ciegos, para que acompañen en su viaje mortífero a tan honrosa dama. Hay un destello en un alma negra, perdida y renegada deseando que las vírgenes sobre su ataúd sean suficientes para cumplir el ingenuo sueño de los mortales, pero sino es así, que su aroma se impregne en los huesos de los ahora eternos amantes.

domingo, 13 de julio de 2008

LA PLAYA

*

Juntando los pies en la tierra mira el horizonte que le regresa la mirada. Goza la brisa tierna en su cara, las manos ocupadas se deslizan en movimientos rutinarios: prende un cigarro. El aire tan puro, tan deliciosamente sano lo vicia, lo mata. Disfruta muriendo en una escena despejada, apacible y serena. Desencaja, se entretiene con pensamientos de una ciudad que ha dejado atrás, el stress de vivir apresurado, de un ir y venir sin objetivo, no importa. Está muriendo en un bello paisaje, con los pies desnudos en esta tierra de lava, el sol le guiña y se esconde corriendo de su amante nocturna, una matrimonio como tantos otros.

Cierra los ojos por una eternidad, regresan con estrellas los recuerdos innesarios, tristes, locos…otro cigarro, a ver si esta vez tiene la cortesía graciosa de la muerte con el último aliento. Inhala, siente y escucha el coraje de este mar que quiere recobrar sus dominios, escucha cómo esta tierra lo rechaza, estas piedras afiladas no son armas ante el odio eterno del agua. No hay ruido de carros, no hay luces, ni gritos.

Mira a su alrededor, está solo, prende otro cigarro, le encanta estar solo, puede estar solo, siente el cosquilleo, las piernas no le levantan, siente el peso de sus manos que luchan llevando la muerte a los labios, fuma, descansan, duerme, esta vez no despierta.

Muerto se levanta, se viste, va a trabajar.


***

Sentado detrás del escritorio veo el rostro iracundo del jefe, en realidad no estoy escuchando, lo veo, veo el parecido de esa persona con los monos que vi en el programa de televisión la semana pasada, colorado, moviendo apresuradamente sus manos, amenazante – macho alfa de sociedad perturbada-. Como con el programa, la risa interna dominó mi cuerpo. No lo escucho, lo veo. Me he fijado durante algunas semanas en el comportamiento, el comportamiento de la gente.

*******

La señora de la esquina todos los días le dice: Buen día joven. Ella tiene como sesenta y tantos, la edad no es caritativa con ella, es más vieja que los años. Él no cuenta sus años, sólo sabe que de joven no tiene ni un solo cabello, cree que la juventud le había abandonado aquel día que murió y siguió caminando.

Observa a la señora durante unos días, pero ella nunca, nunca le mira a la cara, la frase siempre la decía mirando la pared con graffitis interminables de jóvenes enojados. Después de la duda y la intriga de unos días se dio cuenta que no miraba la pared, sólo lo ignoraba, una ceguera fingida, un desprecio silencioso.
Se detuvo y la contemplo de espalda. Se detuvo dos minutos esperando que la señora volteara para cuestionar tan singular comportamiento, siete minutos pasaron, la ceguera pretendida era un disfraz cada vez más inocente e irreal, sin embargo constante. Quería seguir su camino, entender que no era bienvenido, la duda sin embargo se volvía insoportable, así que caminó y tocó el hombro de la mujer:
- Buen día joven.- Renuente a voltear. Una mujer sin rostro, intrigante mujer con secreto agresivo. No hablaba, no veía, odiaba y saludaba cordialmente con la cabeza gacha.
Es por eso que no ve, es por eso que lo saluda, es por eso que lo respeta: por la muerte que corre por sus venas, sus huesos, su todo. Sigue, por fin su camino, pasa el tiempo flotando en este tumulto de gente que respira, camina y no vive sin su permiso.

*****

Lo veo ahí gritando como loco, moviendo las manos desesperadamente, lo estoy observando, lo ve a los ojos, mira a la persona que esta sentada en silla detrás del escritorio, lo observo gente sin rostro. Lo veo agarrarse el pecho, lo veo caer y dejar, poco a poco, de respirar. La persona detrás del escritorio no se mueve, ríe desde dentro, ríe por el poder que tiene sobre las personas que le miran a sus ojos, siente que sienten su respeto. Las nauseas se apoderan de mi cuerpo, un respiro, un cigarro.

***

Despierto, la arena en mis pies desnudos, el sol en lo alto de la bóveda, diamantes incrustados en el agua en calma, el aire discreto que pasa, mis manos en su movimiento rutinario: prendo un cigarro, quiero morir soñando.

sábado, 5 de julio de 2008

El ADMINISTRADOR

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La espalda del joven administrador no dejaba de molestarle, era una punzada en la parte inferior que ya con este día tenía una semana causándole los más intensos dolores ¿Por qué un dolor tan agudo puede ser soportable por tanto tiempo? No quedaba otra explicación, el joven estaba tan ocupado que no podía darse el lujo de hacerle caso. Después de las desveladas y el stress del trabajo la casi rota columna parecía un simple piquete de zancudo, molesto de vez en cuando, pero insignificante para la mente distraída.

Para el joven todo se complicó al despertar cierto día de invierno y no poderse levantar de la cama. Simplemente sus piernas no respondieron. La alarma ya lo había despertado hace ya varios minutos y su cuerpo, sin embargo, se negaba determinadamente a levantarse. La frustración de no llegar a tiempo a cerrar un trato en el cual venia trabajando hace más de dos meses le hacia sulfurar de coraje, pues llegar tarde a esa junta también significaba no llegar a tiempo a la comida con sus compañeros de trabajo y esto provocaría perder la función de cine que había planeado con una morrita de tetas grandes que le gustaba -que por cierto había estado posponiendo por cuestiones de trabajo-, la migraña que esto le provocaba opacaba en momentos el dolor, ahora suave, de la columna.

Medio hora después, el alba en su apogeo, el sudor recorrió su frío cuerpo. Levantó su torso para alcanzar el teléfono que estaba sólo a unos dos metros de distancia, sobre una cómoda que parecía albergue de aparatos electrónicos (celulares, palms, cámaras, chips, diez controles –de video, dvd, modular, tv, aire acondicionado, luz, etc.-). ¡ZAZ! Un madrazote y nuestro joven amigo estaba tendido en el suelo sin poder explicarse el porqué de aquello. El dolor de la espalda por fin había superado al stress y había alcanzado magnitudes desproporcionales, era insoportable, llorar era el primero y el más lógico recurso, pero no había lágrimas voluntarias para salir a manifestarse, gritar por ayuda era el segundo paso, pero los gritos no se dejaron escuchar, basta decir que pensar fue el ultimo de los recursos solicitados.

El tiempo dando pasitos tranquilos contemplaba a nuestro compañero que, cansado de reñir consigo, estaba tirado en medio de su cuarto helado, sin moverse, sin aliento y sin energía suficiente para pedir ayuda. Era en realidad un muertito con los ojos abiertos, la vida tiernamente pasando por ellos -como los alcohólicos a los cantineros-. Ciertamente era hermoso contemplarlo tirado ahí sin posibilidad alguna de escapar. Yo que lo he inventado tengo un mueca distintiva de orgullo en mi rostro -es algo que puedo hacer- tirarlo e incapacitarlo por unos minutos, tal vez unas horas, que vea su vida impresa en estas letras y que no dude ni por un momento de cada una de ellas y su capacidad ilimitada.

Después de cinco largas horas, el joven siente un poco los pies, las piernas, los brazos, las manos… el regocigo es tan grande que su mente es incapaz de traducirlo, su simpleza de humano se manifiesta en una sonrisa característica de aquellos que se asombran de las cuestiones inexplicables para sus débiles y patéticas cabezas. El hijo de puta alcanza el teléfono, se disculpa con alguien, que no va a volver a pasar, que en un minuto está con ellos, que tuvo un contratiempo, que ya está saliendo, que lo esperen, que ordenen… sin saber, claro está, que yo lo puedo matar en cualquier momento.

jueves, 3 de julio de 2008

Hay días que sales de ti para visitar otros cuerpos. La visita empero no dura mucho tiempo, será unos segundos a lo mucho minutos, tal vez después de la clásica sucesión irreal de pedazos de vida y ratitos indomesticables de hechos. Pensaste en algun momento que no hay como vivir fuera de ti, que no hay nada como no ser tú (Te gana la comodidad los días de lluvia y de invierno). Pensaste en que puedes ser otro más en este mundo, corriendo como otro por las calles que se desnudan ante ti revelando sus colores verdaderos, gozando del sexo como un animal sin cautiverio -sin correas ni latigos ni anillos, y obviamente sin contratos- y, llegar después de un día de no ser tú, cómodamente a la cama, descansar y pensar quién podrías ser mañana.

Al nuevo despertar del día prosigues en esta búsqueda del mejor no tú… esta vez escogiste ser un intelectual en el autobus, un empedernido a la hora de almorzar, un zoquete sin cerebro cuando viste a la mujer morena de ojos azules y tetas grandes por la calle de Alonso, un soberbio empresario cuando quisiste hacer un trato jugosamente gandalla por un trabajo de la escuela, durante la hora de la comida fuiste un hambreado ( ya que es natural estar, siendo estudiante, acostumbrado a este personaje), y a la hora de la lectura fuiste tantos que no puedes contarlos con las manos, y después, en un paseo de regreso a tu castillo encantado, fuiste un romántico. Otra vez dejaste a todos esos que no son tú fuera de tu casa, fuera de tu cama y las sabanas, fuera de tu sueño. Volviste a ser tú.

Y al alba del quintomilésimo día te aburriste de ser otros que no son tú. Por una convicción inexplicable, por un impulso nato de perpetuarse escogiste ser tú mismo y traicionarte. Entonces, estúpidamente tomaste un libro y lo bebiste como el alcohol que te apresuras por las noches para tratar de sacarte a la superficie y vencer así a los otros que no son tú. Inocentemente te convertiste en muchos otros durante interminables horas, horas que se vertían unas a otras en sí mismas y se desvanecían en la cascada del olvido que cae por una ventana de julio.

Te diste cuenta -¿Tú o alguien más a quien juegas ser?- cuando escribías unas líneas en un cuaderno de aire, que esas personas que no pueden ser tú porque los niegas y son tú porque los dejas han usurpado tu lugar, les ha tardado la vida pero finalmente tú eres el vivo reflejo de ellos. Resignado a lo inevitable vives muchas vidas y vives como muchas personas y personajes, y respiras de mil maneras este aire embriagador que todos respiran tan dulce e ingenuamente: negándose.