miércoles, 19 de noviembre de 2008

REPRESIONES

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De dos a tres de la mañana pasaba algo fuera de lo usual en casa de los Ibarra, un florero fue el que dio el primer aviso al caer al suelo. Los niños pronto despertaron y brincaron de la litera, primero no sabían qué hacer y guardaron silencio, después se refugiaron bajo la cama cubriéndose con una colcha, les habían leído demasiados cuentos de suspenso. Un ladrón pensó Jorge; Rubénsito, por otro lado, estaba pensando en gnomos y duendes maliciosos, un escalofrío les recorrió a ambos la espalda cuando escucharon nuevamente otro ruido, algo como un grito lejano. Rubénsito trato de tomar la mano de Jorge, pero éste se porto valiente y le susurro castañeando los dientes No hay nada que temer, sus ojos decían lo contrario. Escucharon después de un instante el abrir y cerrar de una puerta, el sonido de gritos desesperados, muebles se movían, golpes que les retumbaban en los oídos. Cerraron los ojos pensando sólo en sus padres, a él golpeando al ladrón, a ella refugiada y con el mismo pánico que ellos detrás de la mesa de noche. En un acto heroico (porque generalmente estos actos son estúpidos) Rubénsito salió disparado hacia la alcoba de sus padres, gritando: déjenlos, déjenlos. Jorge descubrió que segundos después un gran silencio lo envolvía todo, sólo entonces se decidió a caminar hacía el cuarto de sus padres. Sus ojos no podían traducir los eventos, los trajes negros, los penes de plástico, los látigos, su padre con ropa de su madre, su madre con un pene negro y con picos a la altura de su pelvis, la sangre en el culo de su padre; el ruido sin voz, el miedo develado, su hermano en una esquina llorando. Quince años trascurrieron sin este pensamiento, hasta que a un hijo de puta sicólogo se le ocurrió que era buena idea rascar la superficie y escavar dentro de sus subconscientes. Al cabrón ya no le pareció tan buena idea cuando los hermanos entraron de noche a su casa y los violaron a él y a su esposa frente a sus hijos, todos al coro del llanto rogaban por el pronto olvido.
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viernes, 14 de noviembre de 2008

AMORES

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Un día se hastiaron las sirenas de los crepúsculos marinos
y de la agonía de los erráticos nautas. Y se convirtieron en
mujeres las terribles enemigas de los hombres.
J.T.

He was looking to the stars trying to get loose of the insupportable feeling of live. Drowning his sorrows with de cheapest wine, he was singing with his toes in the sand, he was crying with his words and cursing with indifference to the infinite black sea. I was standing there, watching him crush every single tough, killing every single hope; he was the poet without words.

Tras haber perdido la pequeña esperanza de un beso decidí morir. Tras haber meditado en el cliché de morir ahogado en alcohol reí para mis adentros, un ligero tarareo se escapo de mis labios; el alcohol es la fuente de las más intensas experiencias en las que me visto involucrado, por lo que me pareció adecuado recurrir a tan fiel compañero para estuviera a mi lado al momento de mi último aliento, después de todo mis besos siempre fueron suyos también.

I know I’m his doom. I know it, because even though I read the dreams in the clouds and make them happen and swim in the darkest fears and make them disappear, I did nothing for him. Don’t blame me; blame my stubborn eyes and their obsession to look far beyond de coal that covers him persistently like no other man.

Opté por morir bajo los brazos del mar, ser azotado por las olas contra las paredes escarpadas de los acantilados me parece una idea romántica, establezco de esta manera mi repudio hacia la discusión intrascendente entre dos amantes, hacia la imposibilidad de su reunión, hacia el cinismo de un dios que los hizo incompatibles y les dejo en los ojos iris sensibles a la atracción.

I hear the scream that breaks the silent dark, without tears or regret I said to myself: let him die, his poems will blossom while I sit back and watch a gleam of his glory.
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sábado, 1 de noviembre de 2008

RECLAMO

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No te engañes, detrás de todas las ventanas del mundo hay un par de ojos esperando admirarte, no dudo esto ni un poquito. Ya montada en viento corre la voz de tus hazañas. Escuche murmullos en el mercado acerca de tu lucha contra el orgullo masculino, de cómo pateaste miles de bolas con unas cuantas palabras y arrancaste lenguas a destajo con un argumento falaz y milenario. Visité algunos lugares de la provincia y el eco de tu nombre brincaba de cantina en cantina, donde los pechos roncos se enardecían valientes y gritaban tus falsas debilidades, sin duda lugares propicios para la bravuconería; sólo hacía falta un susurro del rumor de tu pronta llegada, para que todos los gritos se ahogaran y las caras se refugiaran de las miradas retadoras de los prudentes. Te aseguro que tu gloria será eterna, manzanos crecerán en todos los jardines, pero el peso de tu nombre será tanto que pronto el viento se cansará de cargarlo, los oídos oirán un eco distante y como todos los quehaceres del mundo pronto serás una costumbre errante. Embadurnada de cotidianidades esperarás conmigo, tras bambalinas, un grito que romperá todos los cristales, entonces me veré obligado a buscar una estrella para contemplarte.
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