martes, 23 de junio de 2015

De lo que se puede hacer




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De los labios más secos e inexpertos, se pueden extraer con paciencia monacal los deleites más perturbadores y excéntricos. De los ojos rasgados hasta las fronteras de lo permitido, se puede vaciar el cuerpo en suspiros o anclar el alma frágil a la mirada. De los dedos de los pies, se pueden explotar, como minas, las risas. De las curvas imperfectas, se puede hacer un camino transitable, con vistas que hacen brincar los latidos. Del cabello negro y largo y ondulado, se puede trepar a los sueños. De las pantorrillas, se puede hacer un bocadillo para los gustos más exquisitos o utilizar como terreno para acampar y planificar el asedio. De los senos trémulos, se puede hacer un objetivo, una gloria, una vida. De la guerra eterna interna, se puede hacer un papalote para volar con los vientos marítimos de los motivos relevantes que se despliegan entre tus piernas. De las lágrimas y las gotas de odio que se derraman cada día, se puede llenar el corazón más saludable pero también los almacenes del olvido. De las cosas que uno imagina, se pueden pintar las paredes y las calles, los parques y los estacionamientos. De las palabras, uno puede hacer lo que se le dé la rechingada gana. De los martes…   



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