jueves, 3 de octubre de 2013

MUTILACIONES

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Acertijos que se desprenden de tu piel y asaltan los ojos tremulosos con esa rabia que poco a poco se olvida y se almacena en capítulos oscuros de la memoria. Enigmas cuánticos de bajo relieve dispersos en la cartografía de tu abdomen provocan la duda sobre las posibles rutas del proyecto. El embrollo de tu cabello seudoamazónico y las sábanas de seda oriental se funden en un desastroso y caótico escenario, espacio perfecto para que Wagner despliegue su orquesta e invada presuntuoso los más alejados recovecos. Te contempla en la penumbra, genuinamente consternada, por un par de horas, reflexionando, analizando el esbozo incierto de las pasiones. Tú no la ves pero está postrada en una silla a medio metro, acompañada de un vaso con whisky con sirenas desvaneciendo. La actitud inmóvil de ambos se apodera de la habitación descarnada e inhibe la dulzura de los muebles antiguos y martirizados por el tiempo. De pronto un chispazo detona en esos ojos que podrían ser de cualquiera y se expande fugitivo hasta convertirse en un incendio creativo que la posesiona. No obstante, combate su instinto y se contiene, una calma exterior que contrasta con esa explosión interna. De la camisa que hurtó de ese cuerpo que yace, extrae un cigarro y lo prende para alternar con armonía la malta y el tabaco, contribuyendo plácidamente a erigir el ambiente preciso para el proceso. Uñas multicolores prensan amablemente el cristal que suda y La prohibición de amar se desliza carismática entre la densa neblina. Te contempla curiosa y posa la colilla de un último cigarro en un cenicero desbordado. Abandona el vaso a la deriva, sus sirenas han triunfado. Así sin más, femenina, se abalanza sobre ti liberando su incendio, ardida del alma, aguda con el cuchillo desenvainado. Artista a su trabajo.


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