viernes, 3 de enero de 2014

Tres días de gripa

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Que no los engañe la sencillez, la cosa más sencilla puede hacer postrarse al hombre con una humillación sin parangones. La gripa, una reina disfrazada de peón, anda por estos días en los aires, azotando a todo transeúnte desprevenido que cruce por su camino. Experta en los avatares del tiempo, se esconde a los ojos prestos y ataca principalmente a los débiles de espíritu que tratan de engañar al frío de las madrugadas. Sus víctimas predilectas son los niños despreocupados, que corren entre cohetes como en un día de verano, los viejos, que cuentan los metros del túnel con una sonrisa imperceptible en su rostro, y los jóvenes, que pasan las horas negras entre risas, cantos, alcohol y cigarro. Ahí, cuando la noche es toqueteada lascivamente por el día, es inevitable que ella deslice sus labios sobre los tuyos, y te hipnotice y te envuelva en un sopor triste y vago. No notarás su presencia hasta unas horas más tarde, cuando sus garras arañen tu espalda y tus ojos lloren de la nada. Su sólo recuerdo destroza el pecho y perfora la garganta, artimaña que impide el grito de socorro. El sudor recuerda grandes e insufribles pasiones, producto de una alucinación ajena y seguramente falsa. La persistencia inmutable de su cortejo derrota cualquier té y brebaje que te preparan las santas de la casa, la experiencia entre ambas es incomparable. Que no te mientan, la medicina es un engaño, nadie ha logrado descifrar su contoneo. Tres días hace que detuvo sus labios sobre los míos la muy perra y tres días hace que no puedo pensar otra cosa más que en ella. Triste y alarmante, bella y cautivadora, mátenme ahora que veo su silueta.        



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2 comentarios:

La que no es. dijo...

Es bueno volverte a leer. Aunque hables sobre la enfermedad más puta.

TOMADOR ASIDUO dijo...

Todavía, en ratos, me doy una vuelta por estos lares, y checo lo que todavía, esporadicámente, escriben lo que se niegan a abandonar el barco :)