jueves, 23 de junio de 2011

FRIEDRICH

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Se llamaba Friedrich Reyes, y no, no tenía nada de romántico, más bien se distinguía por unos arranques de violencia tan inexplicables que, en un principio, dejaban perplejos a familiares y vecinos de toda la cuadra. Las escenas eran de lo más variadas, desde golpes e insultos infames, hasta ventanales rotos y pequeños incendios; incluso en alguna ocasión un ingenuo policía se llevó una buena puñalada con un cuchillo mantequillero. Esos eventos habían cobrado fama en la colonia debido a que, después del alarido inicial y la correspondiente denuncia de las muy informadas vecinas, las patrullas pintaban las paredes con sus no muy sensuales sirenas. El escándalo escaló hasta ser de lo más notorio, y casi siempre la noticia llegaba a la primera plana de los periódicos nacionales; no, no por las sirenas y el despliegue policiaco de primer orden –detallitos que la población tiene por demás asimilados–, sino porque nuestro inigualable personaje sólo tenía diez años. Tal fue la fama de esta criatura que pronto el sistema burocrático se desaletargó y en un momento de lucidez nunca antes visto aprobó leyes para la pena máxima, porque la sociedad si algo detesta, más que a asesinos, narcotraficantes y violadores, es a los niños problemáticos.  

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3 comentarios:

Natali H dijo...

tssss Meto!!! que bueno que has vuelto, este en lo particular, está genial!!!!

TOMADOR ASIDUO dijo...

jejeje si nunca me he ido mijis!! chido k te haya gustado

La que no es. dijo...

Como para leérselo a los sobrinos, ¿no?
Me encantó