lunes, 8 de septiembre de 2008

EL SUÉTER

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Hay quien se levanta a las dos o tres de la mañana buscando un sueño, un relámpago de vida que solía estar a su lado, objeto de caricias e interminable delirio de torrenciales besos. La búsqueda se considera infructífera porque siempre lleva hacia la misma pared blanca. En este recorrido siempre hay un pequeño ataque de pánico y ansiedad, incluso muchas sesiones se acompañan de un ligero llanto (claro reclamo al dios en turno). Con el propósito del cambio se piensa en pintar la pared de azul. Nunca se concreta la idea. Hay noches, como perreras, donde la pared parece difuminarse. Son las peores, las que esperanzan. La desesperación lleva a mutilar los recuerdos, a romper y desangrar la sucia memoria ofensiva. Se prende fuego a las fotos y se apuñalan las cartas. Se llega a organizar con fe, igualable a la de cualquier feligrés devoto, múltiples ritos –obras de teatro de religiones prestadas- con el fin del olvido. Nunca hay una victoria total a pesar de que hay quien, acorralado, se refugia en la realidad, en la triste decadencia de la monotonía diaria. No la hay, porque inconcientemente hay algunos que, todas las noches, se engalanan con el mismo atuendo ajenamente esencial para la travesía en búsqueda de un sueño. Hay quien seguramente no nació para olvidar o, como en este caso, otros que simplemente se niegan a tirar ese suéter afilado.
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3 comentarios:

Natali H dijo...

Olvidar??? que chingaos, aferrarse al sueter o cambiarse de continente sino es imposible.

Cicuta drinker dijo...

El olvido es más tenaz que la memoria, mi querido Neto
lánzate al bar, mijo, pa que se chingue un trago

Aleita! dijo...

Neto! ya escribe algo en lo que no me encuentre, me estoy buscando muy desesperadamente.
Está bien bueno, como siempre.
XOXO