sábado, 28 de junio de 2008

ROSARIO

La piratería de ideas es algo cotidiano en un mundo donde la originalidad de éstas escasea gravemente, es por eso que no me cuesta admitir que este texto es robado -casi en su totalidad- de una mujer de zapatos rojos. Mi intervención, supongo, es lúdica. Esto es disculpa, arrepentimiento y clara justificación de este acto.
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La falda le llegaba un poco más arriba de la rodilla.
Sus zapatos median exactamente once centímetros de tacón.
Las medias de red tenían un hoyo en la pantorrilla derecha.
El escote de su camiseta negra mostraba un sujetador rojo con encaje.
Sentada frente al parque, lloraba. Lloraba sola, con las manos en la cara, y el rimmel corriendo por sus mejillas.
Nadie se detenía a consolarla, eran las once de la noche, y era un elemento más del paisaje de la ciudad.
Se levantó secándose la cara y caminó por la avenida. Sacó un espejo, y volvió a pintarse las pestañas. Estaba lista.
Llegó a su semáforo. Se recargó sacando el pecho, y cruzó la pierna de manera que se tensaran sus músculos.
Paró un coche, y se subió en él.
Al volante del pequeño carro clasemediero, un hombre gordo, lentes gruesos, ropa barata y mal combinada, sucio, feo, en fin un tipo regular e insignificante.
Quizá esta vez no tendría que llorar.
Quizá esta vez no le pegarían.
Quizá esta vez no importaría que fuera un hombre...

1 comentario:

Funambulo dijo...

Ya que te has robado la idea de la bella chica de zapatillas coloradas, creo deberías decirle: "señorita la amo"...
Sigue así mi Neto