martes, 15 de mayo de 2012

Pedacito

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El acantilado de tus ojos me recuerda ese vacío teórico que lo abarca todo. Todos los colores están en tu piel. Tu cabello, negro, como tu pubis, enmarañado caóticamente, refleja esa desesperación que antecede a la calma perfecta.  Caudalosos ríos de sangre helada escapan en libre carrera por las venas de tu cuerpo. Estás ahí, inmóvil, la musa perfecta. Sólo queda postrarme en una admiración que quisiera fuera eterna. 


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