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Soñé con compartir una aguja contigo, y escapar así a ese abismo lleno de desesperación y alegría y lagrimas con risas que hacías tan atractivo. Soñé con esos ojos tuyos, desorbitados por el exceso de alcohol en la sangre, acompañandos de esa mueca cómplice que se encuentra sólo en las caras sin rostro de los bares. Soñé en decepciones y caricias y besos amargos, y en recoger tu pelo mientras descargabas ese exceso de ti en el baño. Soñé desmayarme a tu lado y amanecer semidesnudo con ese sentimiento de qué carajos pasó aquí mientras nuestros muslos se besaban con esa intensidad de recién conocidos. Pero sobre todo soñé en que susurrabas una canción a mi oído, mientras una nube de narcótico humo nos envolvía, con esa voz tuya tan contradictoria al infierno que compartíamos.
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